El vaso medio lleno y el vaso medio vacío

IMG_20180812_184109_compressed.jpg
 

¡Hola de nuevo!

Por fin saco un hueco y estoy de vuelta por aquí para escribir. Muchos son los momentos en los que me viene a la mente algo para escribir, y parece que nunca sucede en el momento en el que puedo ponerme a hacerlo. Después del verano,  han sido días de inicio de varios cursos, alguna que otra visita que otra al hospital, y justo ahora, recuperándome de una gastroenteritis es cuando mi cuerpo me ha parado, así que tengo el tiempo, en el momento presente, para escribir una nueva entrada.  

Como siempre te dejo una playlist por si te apetece escucharla mientras lees. 

¡Espero que la lectura te aporte algo! ¡Vamos allá!

Quizá el ejemplo más manido sobre el pensamiento positivo es el del vaso medio lleno, o el vaso medio vacío. Si lo ves medio vacío eres negativo/a, si lo ves medio lleno eres positivo/a.

Si bien es cierto que el hecho de afrontar los problemas de un modo menos visceral y con optimismo nos hace transitarlos de mejor modo, hay ocasiones en las que no hay forma de ver el vaso medio lleno, por más frases que leamos, por más consejos que nos den, y por más “tengo que” que nos digamos. Sobre los “tengo que” ya hablaremos en otra entrada. Hoy nos quedaremos con el mandato “hay que ser positivo”.

Dos cuestiones se nos presentan aquí. 

Por un lado hemos de aceptar y vivir que hay días que no podemos ver el vaso medio lleno, que lo vemos medio vacío, y hemos de ser compasivos con nosotros mismos para vivir esa emoción. Cuidado, con confundir la compasión y la no auto lesión, con el regocijo del sufrimiento, pues de toda situación sacamos un provecho, siempre, aunque en ese momento no lo veamos.

Así, para poder transitar esos momentos en los que solo vemos el vaso medio vacío nos ayudará conectar con el cuerpo ¿qué estoy sintiendo cuando veo el vaso medio vacío?

Si no consigo darle nombre, no pasa nada, nos ayudará hacer unas respiraciones, fijarnos en nuestro cuerpo, y ver qué sentimos físicamente. Quizá sea un nudo aquí, una presión allá, flojedad en otro lugar… tan sólo el hecho de tomar un tiempo en reconocer y sentir esas sensaciones, provocará que algo cambie, quizá no inmediatamente, pero el inicio de un cambio habrá comenzado, y no vamos ahora a explicar porqué, pero reconocer las sensaciones corporales y darles lugar, tiene el mismo el efecto que reconocer las emociones y darles lugar, ya que ambas están totalmente unidas. Recuerda el refrán de Décimo Junio Juvenal: “Mens sana in corpore sano”.

Si llegas a reconocer cuál es esa emoción que predomina mientras ves el vaso medio vacío, genial, quédate con ella, sin juzgarla, sin intentar que cambie, tan solo presta atención… 

¿Nunca te ha pasado que en ocasiones tan solo necesitas que te escuchen? Pues es exactamente lo mismo que necesita tu cuerpo y tus emociones, escucha, nada más, que reconozcas que están ahí, que forman parte de ti… y quizá poco a poco decidan contarte cosas, pero primero han de tomar confianza. 

Así que recuerda lo de la compasión también hacia esa sensación o sentimiento que rechazas… reflexiona un momento ¿cómo te sientes cuando te rechazan? Esa sensación y/o emoción, es parte de ti, eres tú, así que estás rechazándote a ti.

Como decía, dos son las cuestiones que se nos presentaban, la otra es que el vaso está medio lleno. Esos días en los que nada se nos hace una montaña, y podemos con todo. Es genial, y siempre será mejor como nos sentimos al ver el vaso medio lleno. Pero ojo, forzarse a ver el vaso medio lleno es la trampa, porque no estaríamos respetando nuestro ritmo. 

La cuestión es que entre ver el vaso medio lleno y verlo medio vacío se nos está pasando un detalle… el vaso siempre está lleno... ¡siempre!. En el ejemplo que estamos comentando, casi siempre imaginamos un vaso que tiene agua (u otro líquido) hasta la mitad de su volumen… ¿qué pasa con la otra mitad? ¿está vacía? No, tiene aire

El aire es tan necesario como el agua para vivir, así que el vaso está lleno, mitad de agua y mitad de aire

Ver el vaso medio vacío o medio lleno solo nos indica nuestra disposición para afrontar la vida (en ese preciso momento), y no dejan de ser polaridades (extremos). Por decirlo de un modo fácil: vemos las cosas bien o mal, positivas o negativas, con ánimo o sin él. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que el vaso está siempre lleno, ya no estamos en la cuestión de si es bien o mal mi estado de ánimo, tan sólo ES. Así, tanto lo más positivo y lo menos, lo afrontamos de un modo más pausado, viendo que todo tiene un porqué, que incluso “la parte medio vacía” tiene, ahí al lado, "otra media parte" de la que no nos estamos dando cuenta… esa es la cuestión, cuando focalizamos un problema, o nos perdemos en él, no somos capaces de ver la otra mitad llena, y parece que nos falta algo… nunca falta nada, tan solo no sabemos como transitar entre ambas medias partes y verlas desde más arriba para darnos cuenta que siempre el vaso está lleno.

Y para bajarlo un poco a la tierra, te diré, que incluso con el mayor de los problemas que tengas, sigues respirando, y eso es una oportunidad para que mañana sea distinto… así que siempre hay una mitad de aire que llena el vaso.

¡Hasta pronto!

* Recuerda que puedes dejar tus comentarios aquí abajo.
* Si te ha gustado esta entrada y deseas que te avise por mail cuando escriba una nueva puedes suscribirte si pinchas en este enlace y al final de la página escribes tu correo electrónico.

 
Anterior
Anterior

La mirada fuera de mí

Siguiente
Siguiente

El rechazo