Las Constelaciones Familiares

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Es tu cuerpo, tus células, tu ser, tu alma, quien realiza los grandes aprendizajes, no solo tu mente.

Las Constelaciones Familares son una terapia de intervención breve, basada en el conjunto de vínculos y relaciones de la persona con su familia, sus antepasados, y todo su entorno.

Así, si se cumplen unas leyes en los sistemas a los que pertenece la persona, el desarrollo de esta será hacia una dirección de bienestar y paz. Más adelante comentaremos sobre estas leyes.

 

Gracias a una Constelación Familiar (C.F.), podemos obtener un nuevo punto de vista ante un asunto que nos preocupa, podemos comprender qué dinámicas están presentes en ciertos comportamientos nuestros, o de los demás, de modo que al tener más información y compresión podemos sentir y comportarnos de otro modo, teniendo la posibilidad de cambiar la situación.

Además, de una compresión sobre lo que sucede y como sucede, se puede reparar y “reconstruir” hechos, de modo que nuestra vivencia hacía ellos cambie. Cambiar nuestro sentir hacia un hecho pasado, nos permite afrontar hechos presentes con “nuevas creencias”, nuevas posibilidades. Cuando hablamos de sentir, experimentar, o comprender, aquí estamos hablando a un nivel más profundo que el cognitivo. Un nivel corporal, un nivel de las emociones, incluso un nivel del alma. Es lo que llamamos integrar. Todos los niveles han de estar involucrados.

 
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Cuando un asunto realmente nos impide estar en paz, generalmente, no nos sirve con saber la solución cognitivamente, mentalmente. Todos sabemos qué deberíamos hacer en la mayoría de las ocasiones ante un problema para resolverlo o al menos mitigarlo, ya sea nuestro o de los demás. Sin embargo, en infinidad de ocasiones, seguimos ahí, erre que erre, tropezando con la misma piedra. ¿Por qué? ¡Si ya sabemos lo que hay que hacer! Y si no lo sabemos, seguro que una buena charla con un amigo/a, nos ha dado un buen punto de vista que, racionalmente, sabemos que funcionaría… Pero no, seguimos igual.

Es ahí donde debe entrar esa otra forma de aprender, esa otra forma de sentir, de integrar, de que la solución, o al menos parte de ella, o el inicio de la misma, podamos sentirlo como verdadero dentro de nosotros, para que así, realmente, podamos afrontar el asunto de otro modo. ¿Nunca os ha pasado que estáis tratando de aprender un paso de baile y no hay manera de aprenderlo? De repente un día notas esa sensación de “¡ajá! Así debe ser”, y a partir de ese momento tu cuerpo ha aprendido, has integrado, has sentido. Es tu cuerpo, tus células, tu ser, tu alma, quien realiza los grandes aprendizajes, no solo tu mente.

No podemos hacer nada que no sintamos como verdadero, como una creencia, como algo cierto para nosotros. Si vas en coche a algún lado y ni piensas en que necesitas encontrar un lugar donde aparcar, casi siempre, aparcarás. Es decir, no piensas en aparcar, ya es un hecho, ha sucedido… sin embargo, el día que vas pensando en “a ver si encuentro sitio”, te costará más, ya que la posibilidad real en tu cabeza es la de “buscar aparcamiento”.

En resumen, diremos que con las CC.FF. podemos experimentar, vivir, comprender, pensar, sentir, nuevas situaciones que antes no existían en nuestro mapa (cognitivo, sensorial, emocional, etc.) para poder abrir nuestra visión y consciencia, de modo que podremos permitirnos ver y recorrer nuevos caminos, nuevas opciones ante una situación ya conocida en la que estamos “atascados” y así dar la posibilidad de que sea de otra manera que nos facilite estar más en paz.

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