La Psicogenealogía

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En nuestra familia están las respuestas a muchas preguntas sobre nuestra vida.

La Psicogenealogía y las Constelaciones Familiares van muy ligadas ya que en las Constelaciones se pueden ver algunas de las dinámicas que podemos descubrir gracias a la Psicogenealogía. Podríamos decir que la psicogenealogía es una especie de investigación en nuestra familia para buscar hechos, fechas y acontecimientos. Cuánta más información tengamos más podemos aportar si en algún momento hacemos una constelación. Esta investigación se hace con nuestro árbol genealógico, por lo tanto el trabajo aquí será recabar datos de nuestra familia para “pintar” nuestro árbol.

Y la pregunta es ¿qué buscamos? Depende del motivo por el cual queramos hacer nuestro árbol genealógico. Si lo hacemos tan sólo por conocer más de nuestra familia, podemos buscar datos generales, fechas de nacimiento, de defunción, muertes tempranas, abortos, fechas de unión, etc. Si lo hacemos dentro de un trabajo terapéutico, buscaremos, además de los datos generales, datos más concretos referidos al asunto que nos ocupa. Por ejemplo, nos damos cuenta que de algún modo siempre rompemos con nuestras parejas al poco tiempo de vivir con ellas, y tenemos una sensación de que algo nos impide que pueda funcionar bien. En este caso intentaremos averiguar por cómo se vivieron las parejas, las relaciones en nuestro árbol. También podemos hacer hincapié en cómo eran el tipo de relaciones entre los miembros del árbol. En muchas ocasiones podemos encontrar un patrón de repetición del tipo de relación en diferentes miembros de la familia en diferentes generaciones (hijo “enamorado” de la madre, madre absorbente, padre e hijo con muy mala relación, etc.).

 
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Muchos de los episodios acontecidos en nuestra familia pueden impedirnos avanzar en nuestra vida ya que todo lo vivido por nuestras familias se hereda a nuestro inconsciente. Existe un inconsciente familiar, además del inconsciente colectivo, que registra todo lo que sucede en la familia, y sobre todo aquello no resuelto, aquello no elaborado. 

Incluso se puede profundizar más, por ejemplo, todo lo vivido por nuestra madre sobre todo durante el embarazo y el parto puede marcar nuestro camino en la vida. El nombre que nos pusieron ¿fue para honrar a alguien? Te criaron tus abuelos ¿quizá fuiste un regalo de tus padres a ellos? Naciste el mismo día que un familiar, ¿qué sabes de su vida? Es posible que sea más parecida a la tuya de lo que crees. ¿Naciste después de un aborto? Quizá lleves el peso de tener que cumlir unas expectativas muy altas, las tuyas y las que depositaron en ti por tu hermano no nacido.

Y ¿qué podemos hacer con esto? Lo primero es tomar conciencia de lo que sucedió, hacerlo visible, respetarlo, honrarlo y incluso reconocerlo. Muchos de estos episodios se callan en las familias, no se habla de ello, son secretos, y antes o después hay que sanarlo.

 
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Además de lo no resuelto, no elaborado, etc. y su necesidad de solución o visibilidad,  también se transmiten mandatos familiares. Por ejemplo, una persona no pudo acabar sus estudios, que eran muy importantes para él/ella, ya que si no se ponía a trabajar la familia no podía comer. Es posible que alguna generación después, alguien de la familia tenga dificultades para acabar estudios, que por unas circunstancias u otras (que vivímos como casuales, mala suerte, etc), siempre ocurra algo. En estos casos lo que se podría estar dando es mantener la lealtad familiar: “no puedes estudiar, has de trabajar para ganar dinero y comer, sino morimos”.


En otras ocasiones lo que ocurre es el síndrome aniversario. Por ejemplo, sufrimos un accidente el mismo día (o casi) y el mismo mes que le sucedió a un abuelo, o tío abuelo. ¿Casualidad? Puede ser, pero si investigamos y averiguamos que nos ha sucedido en nuestra vida más situaciones similares a las de ese familiar, el concepto casualidad empieza a desvanecerse. Generalmente cuando algo sucede y no se soluciona en una generación, en la siguiente se calla porque es innombrable, pero en la tercera suele salir a la luz de algún modo.

 
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Muchos de nuestros comportamientos que creemos elecciones conscientes no lo son. Elegir lo que estudiamos, con qué tipo de personas nos relacionamos, sufrir enfermedades, búsquedas incesantes de algo, dedicarnos a una profesión para reparar aquello que sucedió, no encontrar pareja, etc.

Por suerte no sólo nos transmiten lealtades y mandatos que nos limitan, nuestros ancestros también nos transmiten todos los valores y fortalezas que nos hacen seguir adelante, que nos permiten ser quienes somos.

No obstante, no es cuestión de echar culpas a nadie, o quitarse responsabilidad a uno mismo. Al contrario, se trata de, teniendo más información, hacernos más responsables y decir “ahora puedo hacer algo distinto”. Los mandatos familiares, y demás no son leyes inquebrantables e inmovibles, siempre que las hagamos visibles, las entendamos y comprendamos, y desde ahí, con amor, sin rechazar lo que es, poder hacer algo distinto.

Es decir, sabiendo cómo se comportó un familiar, qué le llevó a hacer qué, o simplemente reconociendo y dándole su lugar, puede hacer que nosotros comprendamos más y tomemos decisiones diferentes. Entonces es una oportunidad para hacer algo distinto pues ya tenemos más información.


Es una realidad que se transmiten muchas más cosas por herencia de las que creemos. Es decir no solo transmitimos genes (por el ADN), se transmiten mandatos, creencias, valores y mucho más. Un rama de la ciencia que está estudiando sobre herencias que no se hacen a través del ADN es la epigenética. Te animo que investigues un poco sobre ella.

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Las Constelaciones Familiares