¿Por qué?

 

¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ?

Es pregunta retumba en tu cabeza mil y una veces ¿por qué?

Cuánto daños nos hacemos preguntándonos el porqué... En muchas ocasiones no hay respuesta... y aunque la hubiera, ¿qué vas a conseguir sabiéndolo? ¿acaso de repente te vas a sentir mejor?

Crees que sí, pero no es cierto, tendrás una breve satisfacción durante un tiempo, y volverá a aflorar el sentimiento genuino y, ahora, sabiendo los motivos, le darás más vueltas a qué hiciste o dejaste de hacer, o quizá comiences a tener más ira y rencor...

Además, hay algo muy simple: en la vida ocurren cosas. A veces, tan sólo ocurren.

Las personas gestionamos las situaciones como podemos. No hay dentro de nosotros un manual de protocolos que dice: si sucede esto haré lo otro.

Much@s pensamos que sí, que "si a mí me pasa tal haré cual"... bueno, puede ser... aún así, ese comportamiento tan cristalizado solo me ayuda a no conectarme con el presente, con lo que siento, sino que reacciono según unas pautas o creencias que hay en mi.

Los porqué, en casi todas las ocasiones, no sirven para nada, ya que no cambia lo sucedido, ni restablece lo que sentimos.

¿Qué sucedería sin en vez de invertir tanto tiempo en averiguar por qué lo inviertes en estar con tus sentimientos? ¿Y sí tan solo te ocupas de cuidarte, de pedir ayuda, de estar con tu emoción, sin tratar de pensar que hay algo más detrás?

Te leo...

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